Desborde Emocional.

El escupo dio en la cara atónita del joven sacerdote. Con ojos llenos de odio, el desconocido turista gritó: "¡Pedófilo asqueroso!". Nadie dijo nada. Los otros visitantes de la Acrópolis de Atenas miraron como distraídos hacia la perfecta línea de columnas de mármol. Nadie hizo nada, mientras el joven sacerdote se limpiaba la mejilla. Hay muchas historias similares por estos días. Al bajarse del tren, por la espalda, la misma palabrita le cae a un sacerdote que lleva cuarenta años sirviendo el Evangelio. Llamadas anónimas con insultos gratuitos a una casa de religiosas...
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